viernes, 22 de junio de 2012

EL HOMBRE ELEFANTE Y LA PUREZA INTERIOR.



Creo que esta es la película que opiniones más unánimes ha recogido de las que llevamos vistas en el cine-forum. A veces me pregunto que hubiera sido del cine de David Lynch si hubiera seguido por esta senda de cine clásico, insertando alguna que otra imagen onírica. Ya he visto esta película varias veces pero, como a la mayoría de la gente, me sigue conmoviendo profundamente.


Es la historia de un hombre puro, de un hombre bueno y noble atrapado en un cuerpo de pesadilla. El médico que intenta darle algo de luz a su vida (Anthony Hopkins) se horroriza cuando descubre que, contra todo pronóstico, Joseph Merrick es un ser humano inteligente y extramadamente sensible, que ha tenido una existencia horrible, despreciado por el resto de la humanidad por sus enormes taras físicas.


Joseph Merrick no es una invención, existió verdaderamente en la Inglaterra victoriana y gozó incluso de una fama efímera, porque su periodo de felicidad duró poco. Hasta los once años, Joseph había vivido protegido por su madre, que intentó ofrecerle una educación y una vida lo más normales posibles. Cuando ésta murió, su padre y su madrastra insistieron en que trabajara, a pesar de que sus deformaciones apenas le permitían caminar y padecía frecuentes dolores de cadera. Al final acabó escapando de casa y, tras una serie de periplos, exhibiéndose como atracción de feria, el único trabajo para el que creía servir.


En esta situación se produjo su encuentro con el doctor Frederick Treves, que consiguió acogerlo en el Royal London Hospital, donde por fin Merrick pudo tener algo parecido a un hogar. La fama del hombre elefante se acrecentó cuando la mismísima familia real se interesó por él. Comenzó a recibir visitas de gente distinguida. Todo el que trató con él destacó su amabilidad y sus exquisitas maneras. Además, era un gran aficionado a la novela romántica y a la escritura. Su sensibilidad y sus ganas de agradar se manifestaron aún con más intensidad cuando aprendió el oficio de cestero: solía regalar uno de sus trabajos a todo el que le trataba bien.


La película de David Lynch es un estimulante retrato de este ser humano excepcional. Sin transitar en ningún momento por el camino fácil de la sensiblería, la historia conmueve, porque el personaje de Merrick ofrece al espectador la mejor lección vital sin proponérselo: la auténtica felicidad consiste en ser apreciado por los demás.

1 comentario:

  1. En la historia del cine hay películas, como diría un andaluz, con ángel, y "El hombre elefante" es una de ellas. Cuando la vi por vez primera, tendría unos ocho o nueve años. Recuerdo que la historia me impactó sobremanera, y aquella noche el bueno de Merrick protagonizó mis pesadillas. Sí, ya sé que "El hombre elefante" no es película idónea para un niño de ocho años, y que no estará incluida en las recomendaciones de los pedagogos y psicólogos infantiles. Hechos como este episodio de mi infancia, acontecen cuando uno es el hijo menor y se queda solo en casa bajo el cuidado de sus hermanos. "Yo quiero verla. Yo quiero verla" "Joder, calla ya. La vas a ver, pero como te chives a mama te parto la cara" Otra película que hizo las delicias de mi infancia fue "El exorcista". De los efectos irreversibles de ésta, mejor no hablar...
    Bromas aparte, cuando en realidad disfruté de la película de David Lynch, fue cuando la volví a ver en el instituto, a la edad de 14 años. Recuerdo que también me sobrecogió, pero de manera diferente, pues ya no era un niño, sino un adolescente.
    La historia de Merrick es un ejemplo para todos, un ejemplo de dignidad, de lucha y superación, de aceptar las cosas como vienen y convivir con ellas, sin que esta aceptación implique resignarse a un futuro impuesto por la sociedad.
    Creo que "El hombre elefante" tiene muchas lecturas y abarca muchos temas, como por ejemplo, los prejuicios: El ser humano como colectivo, tiende a juzgar al prójimo por su apariencia, por su fisonomía. Todos pensaban que Merrick era, poco más o menos, que una bestia peligrosa y sin cerebro a la que había que enjaular, hasta que descubren cómo es él en realidad, nada más lejos de la idea original preconcebida.
    Hay muchas escenas de "El hombre elefante" dignas de mención. A mí, en este momento, se me ocurren dos: La escena en que Merrick les dice a todos que él no es un animal, que él es un ser humano. Otro momento muy emotivo y de gran belleza es cuando nos acercamos al desenlace, Merrick decide poner fin a su existencia y empieza a sonar el Adaggio de Samuel Barber.
    El post, además de hacerme recordar este maravilloso clásico del cine, me ha traído también a la memoria "El mapa del tiempo", de Felix Palma: Una trepidante novela de aventuras y viajes en el tiempo, con la que el autor rinde homenaje a H.G. Wells, pionero de la novela de ciencia ficción. Cito un fragmento de dicha novela en que Wells va al encuentro de Merrick.

    "…-¿Prefiere que me ponga mi capucha, señor Wells? -preguntó suavemente Merrick.
    Su peculiar voz, que otorgaba a sus palabras una consistencia líquida, como si flotaran en un arroyuelo embarrado, volvió a sobrecoger a Wells. ¿Ya había transcurrido el tiempo que solía conceder Merrick a la reacción de sus invitados?
    -No..., no será necesario -murmuró.
    Su anfitrión volvió a mecer trabajosamente su descomunal cabeza, en un gesto que Wells quiso creer que era de aprobación.
    -Tomemos el té entonces, no vaya a enfriarse -dijo, dirigiéndose a la mesa que se hallaba dispuesta en el centro de la habitación..."

    ¡Saludos!

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