jueves, 30 de octubre de 2014

Reencuentro con Vicente Prieto

Cuando supimos de la publicación del libro de Vicente Prieto vimos que era el momento adecuado para su reencuentro con Málaga.

El pasado 17 de octubre estuvo en la biblioteca presentando el libro, que refleja diversos momentos y escenarios de su vida: Figueruela de Arriba (su cuna, a la que dedica un prólogo entrañablemente poético), Málaga, Bélgica, África, América, el crudo ambiente de la fábrica y el sereno retiro de los montes, el contacto con los clochards centroeuropeos, con las víctimas ruandesas, con los que sueñan en montarse en una patera o morir en el intento. ... Es un libro de vivencias, de poemas, pero también de oraciones.

¿Por qué presentarlo en una biblioteca pública? Porque allá por los años 70 su autor quiso salir de una iglesia enclaustrada y, a pecho descubierto en un barrio periférico, comprometerse a favor de una mayor justicia social. Porque estuvo quince años trabajando en una fábrica y participó en el movimiento sindical. Porque en el momento crucial de la transición, fue uno más en los movimientos de base que propiciaron el cambio social.

Hoy, una institución laica, como es esta biblioteca, le abre sus puertas en reconocimiento a su trayectoria vital.

A continuación reproducimos un resumen del prólogo y una muestra de su poesía:

Prólogo

 Figueruela está asentada a lo largo de una suave ladera, en línea horizontal con la larga loma que lo protege de las inclemencias de los vientos y fríos del norte, al mismo tiempo que recibe la caricia del sol, desde la mañana hasta el atardecer.

Oscuros bosques de encinas y robles dominando el paisaje. De cuando en cuando, el verde más claro y brillante de los bosques de pinares. Y el campo de Gallegos. Lo demás es luz y horizonte lejano...

El agua del río, en su continuo fluir, a veces ríe, a veces canta. Juega la luz en su cristal, y hasta parece que el alma misma se ve reflejada

La tarde iba cayendo. Desde los alto de la montaña el sol poniente aparecía envuelto en un arrebol purpurino que tenía de paz todas las cosas. El día, pensó, se duerme entre mis brazos. Y abrió los brazos en cruz como queriendo abrazar todas las cosas, toda la creación...

Las campanas de la iglesia sonaban pausadas llamando a la oración de la tarde. Una mujer, vestida de negro, con un perro a sus pies, conducía su rebaño de vuelta hacia la aldea. La  estampa era idílica, tan ajena y lejana a las tardes de la ciudad locas de ruido y de prisas. “Dios es y está”, tuvo esa sensación. Dios es... como esa pastora cansada y fatigada que cuida su rebaño...


La fábrica

La fábrica es un templo
donde se reza a Dios
con el duro trabajo.

El sudor es la oración.

Vestidura sagrada el traje de labor

Sobre el altar de la máquina
estamos completando la oración



Un tiempo nuevo

Igual que tú, querida hermana mía,
he abierto mis ventanas
para que entre la luz
y el aire puro

He derribado muros, cortapisas, 
señales de Stop y prohibiciones.

Soy un hombre para el mundo,
un hermano de todos, un cuerpo
único, por donde corre la sangre
de todos los nacidos, un solo
cuerpo, un solo corazón. La encrucijada
de todos los caminos, bebo
el aire que viene
de lugares remotos. Comulgo
con todos los humanos, su aire
me renueva y vivifica, los acojo
asombrado, agradecido, y viajo
a todos los rincones de la tierra,
a los confines del mundo
destellante. Ha llegado la hora
del tiempo de la luz
de la alegría.
         Un tiempo nuevo
estamos estrenando

estremecidos.

lunes, 27 de octubre de 2014

UNA TARDE EN EL CUARTO DE LAS ESTRELLAS DE JOSÉ ANTONIO GARRIGA VELA.

Los que conocemos Málaga sabemos que el de la playa de La Araña es un paisaje anómalo, extraño, un lugar de paso que llama la atención de los automovilistas por la desolación de su playa, que, a diferencia de las del resto de la Costa del Sol, no está rodeada de urbanizaciones de veraneo, sino por algunas casitas humildes de pescadores que casi se dirían amenazadas por la imponente presencia de la fábrica de cemento. Su silueta en el horizonte es casi la de un organismo vivo, que en los años dorados de la burbuja inmobiliaria no dormía nunca y dejaba cada día sobre los escasos vecinos de La Araña una fina capa de polvo que nunca puede limpiarse del todo. Este el territorio literario que ha elegido Garriga Vela para su nueva novela. En palabras del narrador, se trata de un lugar donde la contradicción es la norma:

"La Araña es una catacumba amarga, tosca y violenta; un sótano cruel y salvaje, tierno y lleno de vida."

Según nos contó Garriga en el encuentro en la Biblioteca, situar su historia en un paisaje tan singular le ha ayudado a crear una atmósfera y unos personajes muy especiales, porque La Araña es un sitio aparte, casi aislado y sus moradores no pueden ser sino gente con un modo de vida un poco extraño, como él mismo dice, cruel, salvaje y tierno a la vez. En El cuarto de las estrellas el escritor vuelve con los temas que le apasionan: los retratos de familia, el tono autobiográfico de la narración y la presencia de la fortuna - o de la desgracia - en la existencia de sus personajes.

Entre las curiosidades que pudimos escuchar de sus labios, una de las más sorprendentes está en el hecho de haber aprovechado su propia enfermedad, que le mantuvo un mes en el hospital y varios más de recuperación, para transmitírsela al protagonista, dando así inicio a la historia. Hace tres años el escritor se desplomó cuando paseaba por el Paseo Marítimo de la capital malagueña (un lugar, por cierto, desde el que puede atisbarse la fábrica de cemento) y perdió la memoria de los acontecimientos más recientes de su vida, concentrándose ésta en los sucesos más remotos de su existencia. Lo mismo le sucede al protagonista: su estancia en el hospital le hace rememorar la historia de sus padres, de la que fue un testigo parcial y demasiado joven, por lo que tuvo que ir recomponiendo las piezas que faltaban por sí mismo. 

Otra de las peculiaridades de la novela es que estuvo a punto de tener otro nombre: La Araña. Al final una improvisada encuesta dio como ganador a El cuarto de las estrellas, la pieza de la casa donde el padre del protagonista, un hombre bebedor y con dificultad para desarrollar relaciones humanas, al margen de sus amigos de la playa de La Araña, se siente realmente a gusto, un pequeño paraíso cotidiano en medio del purgatorio de todos los días: 

"Mi padre se encerraba a escuchar  bandas sonoras de películas con los artistas que cubrían las paredes de una de las habitaciones de casa que estaba reservada casi exclusivamente para él. (...) A veces, mi padre me invitaba a pasar. Aquel sitio era un mundo aparte. Mi padre lo llamaba el cuarto de las estrellas. Nos sentábamos sobre montones de periódicos y revistas atados con cuerdas y me contaba las anécdotas más disparatadas de los artistas del celuloide."

Personalmente me interesó conocer el motivo de la presencia de New York en la novela, la gran ciudad como contraste al olvidado poblado de La Araña. Precisamente el motivo era ese: la antítesis como búsqueda de la plenitud por parte del padre, la ciudad en la que se desarrollan las historias cinematográficas que ha visionado toda su vida. Al final el viaje del progenitor, acompañado de toda su familia, no hace más que vincularlo aún más a su lugar de origen, como si estuviera condenado a pasar la vida escondido en su agujero. Sólo con sus pensamientos y sus fantasmas, reviviendo pequeños esplendores del pasado, reales e imaginarios. Como si él hubiera sido el funambulista de las Torres Gemelas y no hubiera podido completar su hazaña, teniendo que volver al punto de partida, vencido, pero íntimamente aliviado por una derrota que le lleva a la inacción, a dar por terminada su propia biografía antes de que llegue la muerte física. 

jueves, 2 de octubre de 2014

Nuevos usuarios, nuevas necesidades

El mayor reto actual de las bibliotecas es atender las necesidades del nuevo usuario (el llamado usuario 2.0). Y posiblemente la lentitud en el proceso de adaptación se deba a que esos usuarios están predispuestos a creer que no será la biblioteca la que les dé satisfacción a sus expectativas.

El nuevo concepto clave de la institución bibliotecaria es la VERSATILIDAD, o la capacidad para adaptarse con facilidad y rapidez a las nuevas funciones (cf. DRAE). Hemos sido testigos de esa adaptación en las últimas décadas, y hemos observado colaboraciones y resistencias.  

Pero también a veces es necesario volver los ojos a lo que ya tenemos, superar debilidades y aprovechar nuestras fortalezas.