martes, 20 de marzo de 2018

La Ley del Menor. Ian McEwan

Por María Mérida Benítez


El libro está escrito bajo el punto de vista de una juez, magistrada del Tribunal Supremo, llamada Fiona Maye que se dedica a la defensa del menor. Al mismo tiempo nos relata su vida personal y en concreto su relación de pareja.
En la primera parte del libro nos cuenta los conflictos con su pareja, un señor correcto y profesor de profesión. Llama la atención la forma tan fría y civilizada de romper una relación de tantos años, y nos hace ver el estado de ánimo de la protagonista tras el abandono, su fortaleza por no decirlo a nadie y continuar con su vida profesional.
En el relato de su vida profesional, deja patente los problemas con los extranjeros que viven Inglaterra, sobre todo los relacionados con la religión. Describe un caso de judíos jeradí y otro de un testigo de Jehová, mencionando muy de pasada un caso musulmán, y olvidando casi por completo los casos que se darían en los niños ingleses.
Se centra en el caso del menor testigo de Jehová: un joven de 17 años al que visita en el hospital, con el que llega a conectar por su sensibilidad para la poesía y la música. La magistrada falla a favor de que se realice la transfusión de sangre con una sentencia digna de ser leída por sus explicaciones, que aunque esté en términos jurídicos es fácil de entender. A partir de ahí se establece una relación de dependencia del chico hacia ella (no deja de mandarle cartas y poemas).
La segunda parte del libro está muy centrada en esta relación de la juez con el joven. Una vez cumplida su mayoría de edad hay un encuentro entre ambos con malos resultados para los dos. El chico le sigue mandando cartas, algunas de reproche, y a final del libro se entera por medio de la trabajadora social que el chico ha fallecido.

El texto hace múltiples críticas:
·        Hacia el fanatismo religioso: define a los testigos de Jehová como “secta cristiana”, y llega a decir que “ los jóvenes han de ser protegidos de la religión”.
·        Al maltrato infantil, en muchas ocasiones por la mala relación entre los padres: “¿ Y los hijos? naipes de juego, fichas de negociación utilizada por la madre, sujetos de negligencia económica o emocional por parte de los padres, el pretexto para acusaciones de malos tratos, niños aturdidos que van y vienen cada semana de una casa a otra, fruto de acuerdos entre sus progenitores”.
·        A los hombres y mujeres que por un egoísmo personal destrozan familias.
·        A la justicia por no ser más eficaz a largo plazo. Cuenta un caso en el que se demostró que no existió violación y la policía se negó a investigar “Tenía objetivos que cumplir y Gallagher era el individuo ideal para ello”.
·        A los médicos: se sorprende de que tras la ocultación de datos de una autopsia el médico siga ejerciendo la profesión.
·        Al sistema: si una mujer quiere triunfar como profesional tiene que renegar de ser madre.

Deja una puerta abierta al debate sobre los sentimientos mutuos entre la protagonista y el joven testigo de Jehová.
El autor nos regala un final feliz.
”¿ Quién sabe cuánto? -dijo él- no muchos años. O empezamos a vivir de nuevo, a vivir de verdad, o renunciamos y aceptamos la desdicha desde ahora hasta el final. Un viejo tema suyo. Carpe diem. Ella levantó la copa y dijo solemnemente: Por vivir otra vez
 Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) se licenció en literatura inglesa en la Universidad de Sussex y es uno de los miembros más destacados de su muy brillante generación. En Anagrama se han publicado sus dos libros de relatos, Primer amor, últimos ritos (Premio Somerset Maugham) y Entre las sábanas, así como las novelas El placer del viajero, Niños en el tiempo (Premio Whitbread y Premio Fémina), El inocente, Los perros negros, En las nubes, Amor perdurable, Amsterdam (Premio Booker), Expiación (que obtuvo, entre otros premios, el WH Smith Literary Award, el People’s Booker y el Commonwealth Eurasia), Sábado (Premio James Tait Black), Chesil Beach(National Book Award), Solar (Premio Wodehouse), Operación Dulce, La ley del menor y Cáscara de Nuez. McEwan fue también galardonado con el Premio Shakespeare.
Editorial.
ANAGRAMA, edición de bolsillo, precio con IVA 17, 90. 216 paginas, traducción Jaime Zulaika. Publicación 7/02/2015.
ISBN-978-84-339-7935-3.




jueves, 8 de marzo de 2018

8 de Marzo. La pastora Marcela

           
¿Por  qué me puse a leer estas páginas de  El Quijote en vísperas del 8 de marzo?


Porque quería refrescar la historia de LA PASTORA MARCELA, que ocupa los  capítulos XII al XIV.    No sé si procede la bizarría de recomendar El Quijote.  Pero lo vuelvo a hacer porque, aparte de pasar un buen rato, sorprende una vez más encontrarse sorpresas tan inesperadas como esta que viene al caso en este día.


              Don Alonso Quijano se topa en sus andanzas con la  infortunada historia de amor de Crisóstomo por Marcela que, al no ser correspondido, le incita a un  desdichado final.  Ante las opiniones y acusaciones  de sus paisanos es cuando aparece el descargo  final de la propia Marcela, que hace una fundamentada defensa de su libertad de amar que no correspondería al contexto espacio temporal en el que estamos situados.  Tan convincente resulta su discurso que el de la Triste Figura se hace valedor de su causa, un apoyo que la temperamental protagonista ignora.

       A lo largo de los tres capítulos que ocupa la historia, también te encuentras con una  explicación de la orden de caballería desde sus orígenes, con que Don Quijote ilustra a sus interlocutores;  y si tienes el tiempo justo puedes prescindir de la lectura del testamento literario del desdichado Crisóstomo, “la
canción desesperada”, aunque te perderías una verdadera joya    pastoril.




                         Pepe de la Torre